La responsabilidad emocional se consigue hablando en primera persona
Una de las primeras cosas que aprendí cuando hice terapia gestalt con el Maestro, Sergi Franch es a hablar en primera persona para no eludir mi responsabilidad emocional.
Cuando, años más tarde, inicié mi formación como terapeuta me di cuenta de que hablar en primera persona es una de las “Reglas de Oro” de la Gestalt.
Pude observar que me resultaba difícil hablar en primera persona del singular. Me sorprendió mucho la cantidad de veces que me señalaron tanto en la formación como en terapia esta forma de evadirme, de evitar la responsabilidad poniendo a otros como el “sujeto de la acción.”
Formas de evitar la responsabilidad emocional cuando hablamos
Te doy unos ejemplos para que entiendas un poco mejor a qué me refiero con esto de “evadir tu responsabilidad emocional”.
Evitando la responsabilidad emocional con generalismos
No es lo mismo decir:
¡Qué cansado es esto de ser madre!
Que decir:
Ser madre me cansa
O incluso…
Estoy cansada de ser madre
¿A que ahora lo ves más claro? Hablar de forma impersonal inmediatamente “rebaja” la fuerza de lo que estás diciendo. Lo utilizamos mucho a nivel social y de forma inconsciente para no ser juzgados.
Sin embargo, si te atreves a “exponerte” y compartes como de verdad te sientes con alguien de confianza (una amiga, tu terapeuta), es probable que la conversación sea mucho más útil para ti. Al mostrarte vulnerable ante ellos seguramente les nazca estar más presentes para poder ayudarte.
Si la conversación se queda en una ristra de frases impersonales, será una conversación más vacía donde es probable que el otro te responda con el mismo nivel de intimidad y con más “quejas lanzadas al aire” para empatizar desde la barrera.
Así que, si quieres ayuda, si quieres ser escuchado…Y, sobre todo, si quieres hacerte cargo de esa situación que te incomoda, no hay nada mejor que hablar en primera persona y reconocer cómo te sientes. Este es el primer paso hacia un posible cambio. He aquí la gran ventaja de la responsabilidad emocional.
Utilizando el dedo acusador
Otro ejemplo clásico a la hora de evadir responsabilidades es “el dedo acusador”. Este es un recurso habitual entre personas con tendencia al victimismo.
Todo lo que les ocurre es siempre por culpa del otro. Nunca toman su parte de responsabilidad ante las situaciones que les molestan.
Ejemplo 1: “Los hombres no son de fíar. Siempre me engañan.”
Ejemplo 2: “Siempre que hago un nuevo amigo acaba dejándome tirado”.
Ejemplo 3: “Eres muy pesada. Siempre estás repitiendo lo mismo una y otra vez”
No es mi intención justificar relaciones tóxicas ni posibles traiciones. Lo que sí quiero es puntualizar qué parte de responsabilidad emocional estamos evadiendo en cada caso.
Ejemplo 1: “Los hombres no son de fíar. Siempre me engañan.”
En este caso si una persona en consulta me dijera esta frase. Mi primera reacción sería indagar en su historia con los hombres para poder identificar qué patrones se repiten en su forma de relacionarse con ellos.
No podemos cambiar al otro. Tampoco podemos evitar cruzarnos con hombres y mujeres que, potencialmente, nos podrían hacer daño. Sin embargo, cuanto más te conozcas a ti mism@, más fácil te será reconocer los mecanismos que te llevan a elegir a personas que te hacen daño.
Una vez más, si te quedas en la queja ante esa situación injusta y dolorosa, quizás sientas algo de alivio momentáneo pero no conseguirás una reparación “a largo plazo”. Sin embargo, si cambias el discurso, y dices:
“Elijo hombres que no son de fiar y que me engañan”.
Ahí el foco está puesto en ti y, a partir de ahí puedes empezar a trabajar.
Ejemplo 2: “Siempre que hago un nuevo amigo acaba dejándome tirado”
En este ejemplo el procedimiento sería similar. Porque no es que “te pasen cosas” de forma pasiva. Tú formas parte de lo que te está pasando. Si profundizamos en el caso de los amigos, podremos detectar qué es lo que sucede cada vez que esos amigos se alejan.
¿Qué hiciste tú? ¿Qué hicieron ellos? ¿Cuáles son las circunstancias de cada uno? Es clave ampliar la mirada y no quedarnos sólo en “el daño que nos han hecho”.
Si deseas trabajar en tu crecimiento personal, puedes practicar la responsabilidad emocional e identificar cuál es tu 50% en cada relación, en cada situación.
Ejemplo 3: “Eres muy pesada. Siempre estás repitiendo lo mismo una y otra vez”
Esto podría haberlo dicho una hija adolescente a su madre; o bien un marido a su mujer…Eso es lo de menos. La cuestión aquí está en revisar ese “dedo acusador” que señala hacia afuera.
Cuando nos repiten lo mismo una y otra vez hasta la saciedad es cansino. Eso es obvio. Pero en vez de quedarnos atrincherados en nuestra torre de marfil…¿Por qué no sacamos un poco la cabecita? ¿Qué está pasando en la otra torre?
Probablemente esa “madre o mujer pesada” está intentando solucionar algo que para ella es muy importante y hasta que su necesidad no esté resuelta, no va a parar de sacar el tema. Aquí la única vía es que cada uno se baje de la torre, escuche al otro de verdad, sin muros de por medio y que lleguen a un acuerdo.
¿Crees que es fácil hablar siempre en primera persona?
Te reto a que pongas en práctica esto de hablar siempre en primera persona. Te advierto que requiere de mucho entrenamiento. Yo aún estoy aprendiendo a hacerlo.
Me gusta cuando “me pillo a mí misma” hablando de forma genérica y rehago la frase en primera persona. Porque observo cómo cambia el impacto del mensaje en el otro.
Por eso estoy motivada a seguir con esta forma de comunicación más responsable y directa porque sé que me acerca al otro y me hacen más honesta y auténtica.
Y tú…¿Te atreves a probarlo? Inténtalo y cuéntame cómo te ha ido en comentarios.

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Artículo escrito por: Inés Moreno. Síguenos en Instagram para más contenido sobre crecimiento personal, gestión emocional y terapia gestalt.