Hoy quiero que identifiques a aquellas personas de tu entorno que destaquen por su autoconfianza. Seguro que sabes a qué me refiero. Son esas personas que cuando estás a su lado te sientes instantáneamente más segura. Esas personas que cuando hablan te contagian con su entusiasmo y te inspiran con su valentía. 

Yo conozco a muchas y rodearme de ellas me recarga las pilas. Son personas altamente inspiradoras. Siempre me pregunto…¿Cómo lo hacen para tener esa tremenda actitud? Vamos a investigarlo.

 

 

Factores que sacuden tu autoconfianza

En mi opinión todos nacemos bien cargaditos de autoconfianza. Sobre todo, si de niño tuviste un apego seguro. 

Si convives con niños o tienes sobrinos y pasas un tiempo observándolos, verás que ellos llegaron a este mundo completos, sabios y tremendamente creativos. Ellos tienen esa cualidades innatas que te describía más arriba.

Sin embargo conforme van creciendo, los niños se van “adulterando” y ese arrojo, esa forma espontánea y valiente de ver la vida se va diluyendo. ¿A qué se debe?

Pues a las heridas que se van generando. Heridas inevitables de la crianza que van a forjar su carácter. Aquí te menciono algunas que están íntimamente relacionadas con la falta de autoconfianza.

 

1- La humillación, la crítica y la comparación 

Si de pequeño tus padres, abuelos o profesores estaban continuamente señalando todo lo que hacías mal. Llegando incluso al abuso verbal con gritos e insultos…

Si te comparaban constantemente con tus hermanos, con los compañeros de clase o los hijos de otras personas…¡Y siempre salías perdiendo!

Difícilmente habrás podido desarrollar confianza en ti mism@. De hecho es probable que aún te sigas repitiendo a ti mism@ esos insultos ahora de adulto de forma más o menos consciente. 

 

Es importantísimo que observes cómo te hablas a ti mism@. Estar atent@ a tu discurso interno. Cada vez que “te pilles” hablándote mal. Puedes escribirlo en un papel y después romperlo y tirarlo diciendo. “Esto no soy yo. Lo suelto”. 

O simplemente puedes decir en tu mente o en voz alta “Cancelado” y decirte una frase positiva contraria a la autocrítica que te acaba de hacer. Por ejemplo si te das cuenta de que te has mirado al espejo y has pensado “¡Qué piernas más horribles con esa celulitis…!”. En el momento en el que te des cuenta dices: “!Cancelado! Tengo unas piernas fuertes y maravillosas que me permiten bailar como una diosa.”

La falta de autoconfianza está íntimamente relacionada con la falta de autoestima. Así que es vital que le pongas atención a cómo te hablas, a cómo te miras al espejo y a lo que dices de ti a los demás. 

Es todo un trabajo. Requiere de toda tu intención y compromiso para ir practicando y convirtiéndolo en una práctica. Pero os aseguro que la mayoría de las personas inspiradoras, fuertes y seguras de sí mismas que conozco hacen esta práctica de forma rutinaria. ¡Funciona!

 

2- La sobreprotección 

Otra razón por la que de adultos nos falta autoconfianza es porque seguramente nuestros padres no confiaban en nosotros y nos trasladaron su miedo. 

Si tus padres eran muy sobreprotectores fue seguramente porque tenían miedo de que te pudiera pasar algo. Y en su afán por “ahorrarte el sufrimiento” también te robaron de la oportunidad de crecer y aprender por ti mismo. 

Si tus padres eran muy controladores y protectores, seguramente en tu hogar no había margen para el error. Cometer errores era algo que se evitaba a toda costa. 

En este caso a costa de tu confianza en ti mism@ ya que esta es otra característica que tienen en común todas las personas pioneras y con espíritu emprendedor. Son personas que se han permitido tomar riesgos y cometer errores. 

Han vivido el fracaso, la decepción y la frustración y han sacado un aprendizaje de ello. No se han dejado derribar por los vaivenes naturales de la vida. Porque todos estos obstáculos y errores son parte del proceso. Y los grandes emprendedores como Bill Gates, Steve Jobs, Elon Musk u Oprah Winfrey lo saben bien. 

 

 

3- La traición 

No hay nada que genere más inseguridad que el sentirte traicionado por la persona que, en teoría, te tendría que querer y cuidar de forma incondicional…Sí, estoy hablando de tus padres. 

La traición no tiene por qué ser algo grande como descubrir, por ejemplo, que tu padre engaña a tu madre. Puede ser, sencillamente, que nuestros padres de forma habitual y recurrente nos hicieran promesas que no cumplían. Puede ser que nos mintieran y que invalidaran nuestras emociones y necesidades. Cuando esto se da es normal que desconfíemos del mundo.

 

En mi casa se recurría frecuentemente a la mentira para no confrontar o para “distraer”. Era un mecanismo evitativo que, cuando hablemos de los distintos tipos de apego, explicaré en detalle. 

Pues bien, eso generó en mí una gran inseguridad y una sensación de que no podía confiar en nadie. Como niña pensaba…¿Si no puedo confiar en mis padres, en quien iba a confiar?

Entonces me enfrentaba al mundo con miedo y sobre todo con desconfianza. Siempre estaba (y aún estoy) en alerta. Y desde ahí es difícil conectar con el optimismo y con mis propias capacidades.

 

¿Cómo reconstruimos nuestra confianza en nosotr@s mism@s?

 

Me temo que esto no “se cura” tan sólo con repetir unas cuantas afirmaciones positivas a modo de mantra. ¡Ojalá fuera así de fácil!

Pues bien, si vinieras a terapia gestalt con nosotros, seguramente te invitaríamos a que compartieras tu historia con tu terapeuta para ver qué mensajes dañinos siguen rondando tu cabeza a día de hoy.

Iniciaríamos un proceso para ir curando esas heridas de infancia. Trabajaríamos tus miedos y tu autoestima. Y te daríamos herramientas para practicar la autoconfianza cada día. Como quien entrena en el gimnasio.

El cambio es posible. Puede que de niño creyeras que había ciertas verdades incuestionables pero a día de hoy, como adulto, puedes elegir SOLTAR esas creencias y comportamientos. Es una elección que requiere compromiso y valentía…¿Estás preparad@? La recompensa te espera. 

 

 

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Artículo escrito por: Inés Moreno. Síguenos en Instagram para más contenido sobre crecimiento personal, gestión emocional y terapia gestalt.