Los ocho intereses Mundanos.

Alguna vez te habrás preguntado:

¿Por qué estás vivx?

¿Qué propósito tiene estar vivx?

¿Cuál es el propósito de la vida?

¿Hacia dónde quieres encaminar tu vida? ¿Por qué?

No eres la primera persona que se lo ha preguntado. Muchos grandes líderes religiosos, filósofos, santos, grandes contemplativos del mundo entero, hasta tu abuela ya han respondido algunas de las preguntas que nos hemos preguntado y la mayoría concluyen que la vida es tan sólo la búsqueda de la felicidad. Suena simple, pero difícil, ¿verdad? Y desde aquí surgen aún más preguntas:

¿Qué es la felicidad? ¿En qué consiste?

¿Por qué anhelo la felicidad?

¿Dónde se consigue? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Allan Wallace en su libro «Felicidad Genuina. La meditación como camino a la eudemonía.« plasma, traslada y traduce a un «lenguaje occidental» todas aquellas enseñanzas y prácticas meditativas para cultivar la paz interior, o la felicidad genuina aprendidas en oriente a través del budismo tibetano. Durante éste meticuloso y refinado libro menciona y hace referencia a los Ocho Intereses, o deseos, Mundanos que nos alejan, confunden, obstaculizan y nos desvían de nuestra búsqueda.

Por ello, Alan dice así:

«Cuando pensamos en la búsqueda de la felicidad, ¿qué tipo de cosas tenemos en mente? ¿Cómo imaginamos dedicar nuestras vidas esforzándonos en su consecución? (…) Pero más allá de los esenciales (supervivencia, seguridad y salud), a menudo nos empeñamos en la búsqueda de placeres mundanos en lugar de la felicidad genuina. La tradición budista hace referencia a una lista de los Ocho Intereses Mundanos. (…) «

  1. Buscar la adquisición de bienes materiales.
  2. Luchar por no perder lo que tienes.
  3. Buscar los placeres dependientes de estímulos.
  4. Hacer todo lo posible para evitar el dolor y la incomodidad.
  5. Buscar alabanza.
  6. Rehuir el agravio.
  7. Anhelar una buena reputación.
  8. Temer la deshonra.

A lo que Dr. Wallace añade:

«(…) Estos ocho intereses pueden ocupar cada momento despierto de nuestras vidas, así que vale la pena mirarlos de cerca para ver si garantizan tal dedicación inquebrantable.»

Él invita a reflexionar y poner consciencia sobre el papel en nuestra vida que tienen estos deseos mundanos. El Ego, inteligentemente, en la sombra de nuestra inconsciencia, se disfraza de estos deseos que a primera vista parecen inofensivos, pero se disfrazan de una vacía y falsa felicidad. Y de esta forma, me imagino a nuestro Ego sentado en nuestros hombros con una caña de pescar y una zanahoria que huele a felicidad absoluta, y bajo esta ilusión perdemos el contacto con nuestra paz interior (felicidad genuina).

El neurocientífico Richard Davidson, profesor de psicología y psiquiatría en la Universidad de Wisconsin-Madison, dirige estudios científicos sobre los efectos de la meditación sobre el bienestar emocional. Richard usa el término «rutina hedonista» para dirigirse a aquellas personas que siguen una vida centrada en los Ocho Intereses Mundanos.

Para contextualizar, el Hedonismo se considera una de las ramas de la filosofía, la cual perseguía y estudiaba el propósito vital de la vida y humanidad. Ellos tenían el objetivo ciego de alcanzar el placer verdadero y absoluto, y rehuir del displacer, del dolor y el agravio. ¿Te resuena? ¿Qué parte de ti se identifica con el hedonismo? ¿Puedes identificar tu hedonista interior?

A continuación, os comparto algún fragmento que Alan añade a los distintos intereses mundanos:

1.Buscar la adquisición de bienes materiales.

2.Luchar por no perder lo que tienes.

«(...) los primeros dos intereses son el anhelo para conseguir nuevas adquisiciones materiales y evitar la pérdida de aquellos que ya hemos obtenido. Algunas personas evalúan su propio valor personal y su grado de éxito en la vida de modo puramente cuantitativo: cuánto dinero y bienes materiales han sido capaces de adquirir. Tales personas han igualado la búsqueda de la felicidad con la búsqueda de la riqueza.«

Por ejemplo, culturalmente en occidente nos educan para conseguir un buen trabajo. ¿Cuál es el mal trabajo? ¿Por qué dejaría de ser un buen trabajo? «El dinero, las condiciones laborales y las oportunidades profesionales en el mundo laboral.» Vale… pero más allá de las condiciones laborales y salariales: ¿Qué hay sobre tus inquietudes y necesidades vitales? ¡Da miedo hasta mirarlas para darnos cuenta de lo lejos y desconectadas que estamos de ellas!, ¿verdad? ¿No te parece extraño que la gente entre en crisis a los 30, 40, 50…? ¿Por qué será?

¿Estás conectado con tus inquietudes y necesidades vitales?

Nuestra vida está condicionada por el mundo exterior, la cultura, la sociedad, la educación, etc. (déjame decirte que tú no eres una excepción). Bajo este condicionamiento social nuestro Ego construye una idea de ese ‘yo perfecto’ que, supuestamente, nos ayudará a integrarnos y sobrevivir en el mundo satisfactoriamente. Y de ésta forma nos hacemos a la idea que si alcanzamos ser éste ‘yo perfecto’ seremos finalmente felices.


3. Buscar los placeres dependientes de estímulos.

4. Hacer todo lo posible para evitar el dolor y la incomodidad.

«El segundo par de intereses mundanos es la búsqueda de placeres provocados por estímulos de todo tipo -sensuales, intelectuales y estéticos- y el deseo de evitar cualquier tipo de sufrimiento o dolor.»

En el segundo par de intereses mundanos claramente se reflejan esas bases hedonistas, o las del principio del placer según el psicoanálisis. Sin embargo, desde una perspectiva psicobiológica estamos sometiendo a nuestro sistema nervioso bajo los efectos de un estímulo externo (sexo, drogas, videojuegos, experiencias excitantes, abusos, etc.), que a través de distintos procesos psicológicos y neuronales se segregan los neurotransmisores y las hormonas responsables de «ese» sentimiento de felicidad (la dopamina, la serotonina, las endorfinas y la oxitocina). Pero ¿Qué de ese sentimiento de felicidad es genuino? Es muy fácil engañar a nuestro cerebro, y nuestro Ego sabe muy bien cómo hacerlo…

anto la cocaïna del s.XX como medicamento, los ibuprofenos, el paracetamol, los antidepresivos, los ansiolíticos y todos los otros estímulos placenteros que nos evaden de nuestro sufrimiento como las drogas (u otros estímulos más socialmente aceptados) son un gran ejemplo de cómo rehuimos el dolor y la incomodidad(origen de muchas adicciones). Justamente, me parece lo más contradictorio e inapropiado de hacer delante un símptoma: TAPARLO.

Me imagino al capitán del Titanic con cinta Nylon intentando tapar y solucionar la grieta del casco náutico. Si emerge el síntoma abrázalo con amor, escuchémoslo y preguntémonos de dónde viene para poder iluminar ese foco de aflicción interna que produce tanto dolor e incomodidad, y una vez cuidado te aseguro que te librarás de esa aflicción interna. Y, si vuelve a emerger te podrás cuidar sin necesidad de drogas o medicamentos.

5. Buscar alabanza.

6. Rehuir el agravio.

«El tercer par es el interés por adquirir el reconocimiento de los otros y evitar su menosprecio, sufrir abusos y hacer el ridículo.»

Los humanos somos seres biológicos, psicológicos y sociales con un Ego polivalente en estos campos.

Como bebés recién llegados al mundo, el primer sistema social que nos recibe es nuestra familia: papá, mamá (y más tarde y con suerte hermanos, tíos, tías, abuelas, abuelos, etc.).

Nuestro Ego, guiado por el miedo de no ser bienvenido al mundo, se traga muchos valores socioculturales que muchas veces no van acorde con nuestra esencia para ser socialmente aceptables, ser reconocidos y evitar el menosprecio de los demás. Y por ello, inconscientemente tendemos a llevar a cabo acciones que «seguro» que serán «bien reconocidas» en nuestro entorno, y así nos sometemos a códigos ético-morales para acabar siendo

«El ciudadanx-alumnx-hombre-mujer-madre-padre-hermanx-empleado-político ejemplar»: «¿Y ahora qué le regalo a mi suegra?, ¡Sea alabado el heteropatriarcado!, Viva la monarquía, ¡In-Inde-Independència!, ¡Toooooot el camp!, Te tienes que acabar todos los guisantes, Vota y ve a las elecciones, etc.».


7. Anhelar una buena reputación.

8. Temer la deshonra.

«Los dos últimos intereses tiene que ver con lograr la alta estima, afecto, aceptación y respeto de otros, y evitar su desprecio, disgusto, rechazo e indiferencia.»

Y, por ejemplo, siguiendo con la línea traduzco estos intereses como: «Ahora que ya me han reconocido cómo ‘La ciudadana ejemplar’, ahora les toca que me quieran, me amen y me respeten.»

De nuevo, veo claro las oscuras estrategias de nuestro Ego, que en su falta de amor, se inventa distintas maneras para recibir ese anhelado amor que, por ejemplo,«nunca me dieron y siempre merecí». Y: «¡Que no se note mi Ego, que parezca algo auténtico y genuino!». Puede que el Ego se disfrace de autenticidad. ¿En qué circulos/grupos sociales sientes el anhelo de tener una buena reputación? ¿cuáles has temido a la deshonra?

En esas ocasiones y memórias que surgen con estas preguntas, ¿qué hubiese dicho o gritado tu Ego?

Finalmente, os comparto otro fragmento de Dr.Wallace para mayor contemplación:

«Nos esforzamos por las cosas mundanas y buenas de la vida no sólo porque dan placer, sino porque son símbolos de lo que realmente queremos. No hay nada intrínsecamente malo con estos estímulos placenteros, pero podemos tener todo eso y aún así sentirnos insatisfechos. Entonces, ¿qué es lo que realmente anhelamos? Buda sugirió que nuestro deseo más profundo de felicidad genuina no se basa en que las circunstancias externas se ajusten con éxito, sino en algo que surge desde adentro, libre de los efectos de la buena fortuna y la adversidad. (…) La felicidad genuina no se encuentra en meros estímulos placenteros, sino en disipar las causas internas del sufrimiento y el descontento.»

Cabe añadir que los budistas junto con esta propuesta de los Ocho Intereses Mundanos también proponen varias aproximaciones para sanar, explorar y practicar que compartiré más adelante.

Sin embargo, yo te propongo un proceso psicoterapéutico que ofrece un lugar seguro para ahondar, cuidarse, rendirse, descubrirse y transformarse; en pocas palabras, un lugar seguro para [re-]aprender a amarse.

Artículo escrito por: Marc Franch , terapeuta Gestalt .


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