Detrás del dolor…

¿Por qué sientes lo que sientes? Toda la información que sientes de tu cuerpo, tus vísceras, músculos, órganos, etc., es recogida por tu sistema nervioso y muchas veces ignoramos ésta información. ¿Por qué?

¡E ignoramos, así, nuestro cuerpo! A nuestro Ego no le gusta muchas veces la información que éste proporciona, por ejemplo, la tristeza, el miedo, la rabia; o el dolor de espalda, migraña, dolores extremos en la menstruación, malas digestiones, etc… Nuestro Ego ha aprendido a ser funcional en nuestra sociedad. ¿Cómo eres funcional en tu vida? Trabajando duro, más de 40 horas a la semana en un trabajo que se «tiene que» hacer, haciendo tareas que se «tienen que» hacer, y no diciendo o expresando aquello que «no se tiene que» decir o llorar.

Y así, llenamos nuestra vida de responsabilidades con cosas que «tenemos que» hacer. Pero este juego de creencias de «tener que» en torno a las «responsabilidades» es una fantasía más para no ocuparnos de lo que realmente importa:

TU SER y BIENESTAR.

Para un momento y escucha lo que te voy a decir:

«Tu sistema nervioso es más antiguo que tu Ego, ¡escúchalo!, a ver qué dice…»


Me parece que tu sistema neural te está intentando comunicar alguna cosa que, parece, tu Ego no quiere escuchar.


¿De qué no estás ocupando?

¿Realmente te estás cuidando?

LA AUTOESTIMA EMPIEZA POR TI.

El dolor es la punta del iceberg, es el síntoma, es la figura emergente, es el mensaje de algo más profundo.

Y aun así, en nuestro interior, según la ley del placer y el displacer, tendemos a evitar ese dolor, ese displacer; le damos la espalda y esperamos a que no sea verdad, ya que la verdad duele, es demasiado cruda… pero ¿dar la espalda a ese foco de aflicción te ha funcionado para que desaparezca?

Dáte la vuelta, confronta tu parte de dolor, o aquello que no te gusta en tu vida.

Te propongo que escuches más allá de tu displacer, y prestes atención a aquello que quiere ser escuchado:

  1. Para e identifícalo. Invítalo a cenar, siéntate en la mesa con él y observa dónde está. Pregunta amorosamente y sin exigencias ¿Por qué está ahí? y ¿de dónde viene?
  2. Ríndete. Entrégate a él, no lo escuches a medias, si no te estarás engañando. En nuestra cultura occidental, tendemos a luchar contra y para las cosas, y esto nos lleva a un estado de sufrimiento perpetuo: «NUNCA TE RINDAS». Un momento, este foco de dolor también eres tú. La autoestima empieza por ti.
  3. Suelta. Deja ir una vez hayas conocido todas sus razones de ser, una vez seas el mejor amigo de tus partes de aflicción interna podrás ser liberado, ahora relájate, suéltate y confía en el proceso de tu ser. Hay unos principios naturales del universo, y unos de ellos se llama el principio homeostático o principio de la autorregulación organísmica. Éste principio supone que cualquier organismo vivo tiene la capacidad de autorregularse, como un árbol cuando busca la luz del sol, o una ave que migra para huir del frío. Tanto el árbol como el ave, tiene la capacidad de parar e identificar cuál es su foco de dolor, su necesidad; ambos se rinden a ello y ambos sueltan cuando ya ha logrado satisfacer sus necesidades.

¿Y tú, por qué no eres como el árbol y el ave?

El dolor no es dolor porque sí, siempre hay algo oculto. Escúchate más y fíate más de tu cuerpo, es mucho más sabio que tu Ego: «No… a mí no me pasa nada! (presión en el pecho #ansiedad

Te invito a explorarlo en una primera sesión gratuita.

Artículo escrito por: Marc Franch , terapeuta Gestalt .


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