Coge las riendas de tu vida. Abraza a tu niña/o interior.
Sé que el concepto de “niño interior” puede sonar raro si es la primera vez que lo oyes, pero cuando lo conozcas, vas a poder encontrar muchas respuestas a preguntas que te haces hoy sobre ti, sobre lo que sientes, sobre cómo ves la vida, sobre tu relación con los demás y vas a poder entenderte y perdonarte. Al mismo tiempo, vas a poder coger las riendas de tu vida. Te lo explico más adelante.
Todos hemos sido niños y durante nuestra infancia tuvimos experiencias positivas y negativas que nos marcaron para el resto de nuestras vidas y, con ellas, crecimos. Lo que generan estas experiencias lo guardamos de forma inconsciente pero nuestra manera de actuar, de reaccionar de ver la vida va a ser en función de ellas. Son percepciones que teníamos de nuestra realidad cuando éramos niños.
Las personas presentes en nuestra infancia ya sean padres o cuidadores principales, van a tener un papel fundamental en esta etapa ya que fueron nuestra referencia en nuestra crianza y lo que dijeron y/o hicieron va a tener una importante influencia en nosotros. Es de ellos de donde va a salir nuestro diálogo interno actual, es decir, cómo nos hablamos hoy a nosotros mismos.
A esas experiencias o percepciones negativas que tuvimos les llamamos “heridas” y hoy, en la edad adulta, se hacen presentes. Si sientes malestar, rabia, odio, no entiendes por qué actúas de determinada manera ante alguna situación, lo estás pasando mal en tu maternidad o en tu paternidad, por ejemplo, es un buen momento para que revises cómo está tu niño o tu niña interior.
Y ¿cómo podemos hacerlo?
Vuelve a tu infancia sobre los 5-8 años. Recuerda la niña o el niño que eras. Visualízalo.
¿Qué ves?
¿Cómo se siente?
¿Es feliz o por el contrario aparecen la tristeza, la rabia, la impotencia, la frustración, la soledad por ejemplo?
¿Qué razones hay para que ese niño o esa niña se sientan así?
¿Cómo era la relación con tu entorno más cercano (padres, hermanos, abuelos, tíos, amigos)?
¿Puedes reconocer esas emociones, sensaciones hoy, en tu presente? A esta pregunta puedo responderte ahora: sí, porque con eso que sentías, percibías, sobre todo lo que te proporcionaron tus padres, has crecido y si no lo has gestionado emocionalmente, se ha quedado ahí, como una herida que aún está abierta, que no ha cicatrizado.
Y, ahora, ¿qué haces con todo lo que has descubierto?
Lo primero de todo, felicitarte por haberlo descubierto ya que es ponerle consciencia y es la única manera de ponerle solución y sanar esas heridas. Es lo que llamamos crecimiento personal. El único problema de ponernos delante de ellas es que el proceso no es fácil, a veces duele, pero la recompensa es inmensa: tu bienestar.
Si recuerdas, el título de este artículo se llama “Coge las riendas de tu vida. Abraza a tu niña/o interior”. Como niños, no somos responsables de nada de lo que pasó en nuestra infancia. El trabajo personal te va a ayudar a reconocer qué pasó y quienes son las partes implicadas en tus heridas pero hoy, en tu presente como adulto, el único responsable de qué haces con todo lo que has descubierto eres tú y la solución está en tu mano.
Abrazando a tu niña o a tu niño interior, haciéndole saber que estás ahí, que entiendes lo que siente y que ahora vas a ser tú quien te vas a encargar de él o ella, estás cogiendo las riendas de tu vida.
Por que las figuras más importantes de tu vida, tus padres, hicieron lo que pudieron. Ellos también fueron niños y recibieron lo que recibieron dentro de su contexto social.
Mediante el crecimiento personal vas a poder perdonarlos y, a partir de ahí, romper los lazos que te atan a tu pasado mediante el dolor.
EL NIÑO Y LA NIÑA INTERIOR EN TU PROCESO DE PATERNIDAD Y MATERNIDAD.
¿Qué pasa cuando nos convertimos en madres y padres?
Pues que ese niño y esa niña interior, se hace presente. En el caso de la maternidad, ya desde la gestación, pero es desde el nacimiento de nuestros hijos que volvemos a conectar con lo que recibimos entonces tanto madres como padres. Nuestros hijos nos van a hacer de espejo y nos van a recordar y a informar cuáles son nuestras heridas, sobre todo en la crianza.
Desde lo que hemos recibido vamos a determinar qué es lo que queremos proporcionarles a nuestros hijos y es aquí cuando podemos entrar en conflicto con nuestros padres, los actuales abuelos, sobre lo que nos dieron, sobre qué es lo correcto en la crianza. Van a aparecer discrepancias generacionales y eso también nos va a conectar con nuestro niño interior.
El llanto de nuestros bebés, las reacciones de nuestros hijos e hijas, sus rabietas, las reacciones de nuestras parejas, etc., son un buen momento para conectarte, ver qué te generan esas situaciones, tomar consciencia y poner solución porque si algo te emociona, te enfada, te genera rechazo, te molesta, ahí está tu herida.
Así que…ya sabes: coge las riendas de tu vida.
Artículo escrito por: Noelia Ballestero , terapeuta Gestalt .
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